II. Pymiento Project toca a su fin. Entrevista con A.Rosillo

Debía haber colgado esta entrevista con Adolfo Rosillo, uno de los precursores de Pymiento en el Museo de Almería, hace una semana y pico, pero ha sido imposible. Aunque publicar en redes exige cierta inmediatez, mis post no la suelen tener, de manera que…, tras esta intro, pasamos a la acción.

Afortunadamente, y pese a que los eventos caducan, los contenidos no, así que, aunque este 14 de Noviembre se desmonte la exposición experimental – taller de ideas entre la tecnología y la creatividad-  aquí podéis conocer un poco más sobre esta experiencia pionera en Almería.

Pero, antes de pasar a la entrevista, me reitero sobre un aspecto que me parece interesante recordar cada poco: y es que, en realidad, casi todo lo que hacemos en un campo u otro del conocimiento y la experiencia, e incluso (y afortunadamente) en las cuestiones más cotidianas o banales de nuestro día a día, suele tener un fuerte componente creativo que muchas veces obviamos, o no potenciamos, pero está ahí…, aunque a muchas personas piensen que la creación es algo único de inventores y artistas, y algún gremio de determinados productos, no, la creatividad está en cada uno de nosotros y nosotras…, de forma inconsciente las más de las veces…ahí lo dejo…

Y…, bien, e aquí lo que Adolfo Rosillo, profesor de Teoría de la Imagen y la Fotografía en la Escuela de Artes de Almería (entre otras asignaturas) cuando fui allí alumna, me contó a propósito de una batería de preguntas, a cerca de Pymiento Project:

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 Adolfo Rosillo el día de la inauguración de Pymiento Projetc, charlando junto a otros componentes del proyecto.
¿Por qué Pymento Project, el nombre de este proyecto? Pimiento, imagino, por razones obvias, de un producto,…digamos, muy dado en esta zona?, ¿el tomate ya estaba muy visto? ¿Qué hay de las habas, y los “présules” (guisantes), melones o sandías? 
La celebración en Almería de la PyConES 2016 fué la excusa para provocar una “ocasión”: un tiempo cargado de sentido. En este caso el lenguaje de programación Python nos invitaba a baladronear en esa zona limítrofe entre disciplinas que es el arte de los media, aquel que usa de forma intensiva, casi como contenido, las herramientas con las que busca generar la forma en las obras. El hecho de que Python se use en gran medida como herramienta de conexión, de mediación entre otras, también nos invitaba a explorar otro aspecto para nosotros relevante: la construcción de redes sociales. Puede parecer banal hacerse esa pregunta hoy. Hemos querido darle la vuelta: son las llamadas redes sociales las que nos parecen triviales; son útiles para relaciones de baja intensidad dado que cualquier usuario sabe que su modelo de negocio es la vigilancia, que el producto que se vende somos nosotros, nuestra información. Por el contrario, hemos buscado dar un sentido fuerte a esa idea de la red social: hemos buscado conectar personas, construir una comunidad con la intención compartida de participar en procesos de construcción colectiva de conocimiento.
El nombre es un homenaje a los hermanos Van Rossum. Guido, el padre del lenguaje de programación, adora a los Monty Python, los humoristas británicos. Pymiento Project toma ese sentido del humor y lo trasplanta a la huerta del sur de Europa. Somos sembradores, hortelanos de bytes y electrones, haciendo injertos. Hemos empezado con serpientes y pimientos pero seguro que habrá más variedades modificadas genéticamente en este bancal. Just, diseñador gráfico, es pionero en el uso de la programación en el desarrollo de su trabajo como tipógrafo.
Un último elemento que consideramos importante al pensar en un nombre fue evitar cualquier alusión a lo artístico: no se trata de una exposición al uso de piezas artísticas acabadas. Aunque algunos tenemos formación artística, la idea ante todo era romper barreras, crear puentes entre disciplinas, generar conocimiento en el lugar donde se encuentran el arte y el diseño, con la informática, las ingenierías, las ciencias naturales, las humanidades, eso que se ha dado en llamar STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts, Mathematics).
A lo de más arriba 😉 añadiré esa expresión “me importa un pimiento”, que viene a decir que algo no vale mucho para nosotros, no nos importa. Con ese “gen” mutante de la “y” que se cuela recombinado desde python hemos buscado también hablar mediante dobles sentidos, usar las zonas de sombra del lenguaje que dan lugar a la poesía, que trascienden la mera comunicación. Pymiento somete a estrés las disciplinas con las que trabaja para llevarlas más allá de las respectivas zonas seguras, de confort. También las personas implicadas y los procesos desarrollados, hemos recorrido ese territorio. Vivimos tiempos de cambio: antes que mapas, necesitamos brújulas y aprender a orientarnos, incluso a costa de perdernos muchas veces. Oscilar entre que nos importe poco y que nos importe.
¿Por qué presentar las ideas-objetos-proyectos-piezas en el Museo de Almería?
Somos hackers, exploramos usos alternativos, no previstos en el diseño original de los dispositivos. Más que buscar un sitio donde exponer necesitábamos instituciones para hackear. Un museo con una colección fundamentalmente arqueológica era el sitio perfecto para una colección de prototipos de principios del s. XXI. Pero esto, la conexión entre un hacha de sílex y una mesa “aumentada” mediante arduino y sensores NFC, puede no resultar evidente para ciertas miradas.
Además está la lectura del actor en la red: Pymiento Project es un laboratorio ciudadano abierto, en el que pretendemos producir conocimiento de forma colectiva, sin filtros académicos ni meritocráticos. Cualquiera puede aportar en este experimento de inteligencia colectiva. ¿Qué institución es el lugar idóneo para desarrollar una propuesta así? Exacto, en Almería no existe, había que empezar por generar ese “lugar”. Este proceso generativo de lugar y ocasión es una de las claves del proyecto: un laboratorio popup, oportunista, dispuesto a materializarse en cualquier resquicio de cualquier sistema o dispositivo.
¿Cómo recogieron la idea en el Museo de Almería? ¿Os abrieron las puertas fácilmente?
Absolutamente. El Museo de Almería ha sido un interlocutor receptivo y paciente con nosotros. Nos han escuchado y nos ha apoyado en todo, incluso cuando nuestra propuesta ha mostrado sus aristas más cortantes. De salida nos ofrecieron su sala de exposiciones temporales “@”, en el corazón de su colección permanente, donde desarrollan un programa de exposiciones temporales con un marcado carácter experimental. También han sabido comprender la diferencia entre Pymiento Project y una de esas exposiciones. En nuestro caso lo experimental afecta no solo al contenido que se expone – prototipos en desarrollo, algunos apenas una idea cobrando forma – sino al propio desarrollo de la propuesta: queríamos mostrar a gente trabajando, dejar a la vista el cableado, enseñar el contenido de la caja negra, eso que normalmente se oculta al espectador, incluso asumir el mal funcionamiento, la avería, como síntomas operativos del dispositivo. Esa apuesta es difícil de asumir por una institución del nivel de desempeño del Museo de Almería. Hace falta mucho valor para aceptar lo precario, el error, la pobreza, lo que voluntariamente se limita, cuando estás en la primera línea de las instituciones culturales.
¿Habrá otra edición de proyecto pymiento, sin el paraguas conceptual de una python-reunión (congreso u otras formas variadas)?
Éste es un proyecto abierto, con un marcado carácter relacional, desarrollado por un equipo ad hoc, un enjambre ocasional. La y de Python indica cierta caducidad. Pero también una predisposición adaptativa, oportunista. Hemos mostrado un modelo que puede repetirse, replicarse, variarse, mutar, tal y como nos enseña la naturaleza. Qué mejor manera de desarrollar Pymiento que transformándolo en otra cosa.
¿Sería de nuevo en un museo, institución o mismo lugar?
Lo que sí queremos es seguir estableciendo vínculos, puentes con otros agentes, hacer con otros. Intercambiar semillas es lo que permite la biodiversidad. Pymiento seguirá siendo mientras seamos traficantes de semillas, de ideas, de acciones colectivas. Tu pregunta es muy buena porque nos pone ante un espejo como el de la bruja de Blancanieves: no tiene sentido “repetir pymiento”. Podemos seguir trabajando con el Museo de Almería para completar lo iniciado pero apuntando a nuevos objetivos.
Creo que habéis abierto una brecha importante en lo que se puede esperar de las iniciativas de gente, en apariencia, común (o sea, que no va de curadores o comisarios, ni de ninguna movida Artística o de moda tecnófaga de hipster-postureo, aunque, bueno, sí tenéis algo de frikis (tono cariñoso), porque también sois parte de la gente que originó y conforma Hacklab Almería. Así que…, ¿sois conscientes de que ahora se nos hace la boca agua y que se os pedirá (y exigirá) más? (No sólo más nivel, aun, sino más cantidad de expos, talleres, proyectos similares…)
Normalmente alguien que domina el campo desde una perspectiva global coordina a los actores para llevar a cabo la idea. El comisario elabora una tesis y busca a los artistas que tienen obra susceptible de confirmarla. El cliente busca a los técnicos que dan respuesta a sus necesidades. El artista solicita el asesoramiento tecnológico que le permite materializar su obra. Nosotros hemos querido dar la vuelta a la forma en que suelen plantearse los procesos de colaboración: para empezar no hay artistas cuya obra comisariar (que conozcamos al menos). Nos interesaba iniciar un proceso desde abajo hacia arriba: gente corriente, ciudadanos, que se ponen a trabajar juntos en un proyecto donde todo el mundo está “fuera de casa” y aporta lo que puede al esfuerzo colectivo. Da igual que no sepas de arte, electrónica o programación, escuchando ya estás aportando. Hemos querido dar un sentido literal a la idea de comisariado. En español suena a cosa policial, un señor vestido de negro que certifica a la entrada del museo la calidad de la obra y del artista. Un enterrador que certifica la defunción de la obra a su entrada en el sistema del arte. En inglés “curatorship” también alude a ese pastoreo, a esa vigilancia de una colección. Pero también podemos forzar el sentido de curar y llevarlo a “cuidar”, hacia una ética del cuidado del otro. Entender así el comisariado como una figura que cuida un campo emergente de prácticas y agentes, que cultiva las relaciones que dan lugar a la obra antes que la obra en sí, ahora una excusa para generar tejido social vivo.
Hemos huido deliberadamente de discursos prefabricados: la cultura maker, el hacktivismo, la fascinación tecnológica, el hipsterismo, desmintiendo siempre que ha sido posible cualquier retórica postiza. Uno de nuestros referentes ha sido el centenario de Cabaret Voltaire, de Dadá. Había que rendir un homenaje a los pioneros del azar creativo y del caos como fuerza cósmica, que tan importantes han sido para el desarrollo de nuestra comprensión del universo, de manera indirecta. La cosas como son, directas y desnudas, listas para usar. Pero poco más, ni siquiera esto ha sido algo preestablecido.
Es cierto que Pymiento no se entiende sin Hacklab: Pymiento es un experimento tecnológico, social y creativo. Queremos probar que se pueden obtener resultados del trabajo en equipo, a pesar de las dificultades. Much@s hemos participado en todo tipo de talleres, charlas, eventos y hackatones. Era hora de probar que se puede ir más allá y plantear un campo de colaboración estable y a medio plazo.. Nos encantaría que hubiese ganas de más actividad en este sentido, de diseño y arte mezclado con programación, electrónica, humanidades y cultura digital, educación, procomún, accesibilidad, economía, juego, astronomía, autoconstrucción, qué se yo, hay tanto por hacer. Es lo bueno que tienen los desiertos, que no hay nada, todo es vacío y posibilidades de acción. Pero también es verdad que tendemos a ser muy disciplinares. Hacklab es sobre todo tecnología; la creatividad y lo social, la experimentación, el arte y el diseño, incluso la ciencia o la educación, tienden a estar en un segundo plano frente a la componente tecnológica. Esto es mi punto de vista y no es un reproche en absoluto, pero me lleva a pensar en la necesidad de introducir el arte en ese escenario como herramienta para cuestionar los límites que nos impone la tecnología. El arte nos permite repensar, cuestionar esos límites desde una escala humana,
Una de las primeras preguntas que nos hicimos, nada original por otra parte, fue si una máquina de hardware y/o software puede crear una pieza artística. Más allá de la respuesta concreta que podamos dar, lo importante es si mediante ese objetivo (hacer arte) podremos pensar en máquinas inteligentes más humanas, pues la máquina es funcional por definición y en cambio el arte es inútil, si tiene utilidad es un subproducto secundario, no deseado, no esencial. Lo importante en arte es justo eso, que nos permite cuestionar el imperio de la razón y la lógica de las funciones. Nos permite extrañarnos.
¿Quién ha ayudado en la financiación del proyecto (si lo hay…)? ¿Habéis gastado mucho? Para quien no sepa nada de los elementos que han conformado las piezas, por ejemplo, más compleja en realización y/o tiempo, y por tanto, que sepan, que el valor, no siempre es de precio, cuantitativo, sino cualitativo…
Una de las premisas de Pymiento fue explorar los límites: ¿qué podemos hacer con un presupuesto mínimo? No era solo una cuestión de realismo (no hemos tenido aportes económicos) también hemos querido explorar la fragilidad del desierto. Hemos trabajado con lo que cada uno podía conseguir, reciclando y reutilizando. La idea era demostrar que  lo verdaderamente importante son las ideas y las personas. La realidad nos ha demostrado que a veces el dinero es importante para las personas, de la misma forma que hemos visto que los lugares de trabajo y reunión son determinantes. Hacklab Almería necesita un medialab para ir más allá de sus fronteras actuales. Sé que esto es complejo y contradictorio. Hay múltiples formas de abordar un proyecto así que se alejan de esa ética hacker de que hablaba antes.  Y también hay un motón de miradas interesadas en apropiarse de un espacio así. Pero es cierto que no es suficiente con usar los espacios que nos han facilitado empresas como Workspace Coworking, el propio Museo o Chanca Style Parties.
En cuanto a financiación, la única aportación externa ha sido la colaboración de la PyConES al financiar  y usar nuestra tarjeta jacquard como parte de su aparato promocional.
En cuanto al coste, precio y valor de las piezas, los componentes utilizados están al alcance de cualquier bolsillo: un arduino o una rasberry pi originales no cuestan más de 30 € y se puede ver el origen reciclado o reutilizado de muchos de los materiales. Además las piezas son prototipos, pruebas de concepto propias de los procesos de creación en tecnología, arte y diseño. Su valor está en que permiten poner a prueba la idea que se está elaborando. De ahí su aspecto y funcionamiento precarios, sólo son una fase de un proceso que en la sala @ del Museo se muestra al público con idea de invitar a la emulación ya la participación, pero que normalmente queda oculto en la caja negra del estudio, del taller, que casi nunca se muestra. Normalmente el visitante de una muestra de arte suele pensar “eso podría hacerlo yo, cualquiera”, nosotros queremos que no se quede en una idea, que lo intente, que Pymiento funcione como una invitación a la participación.
No sé si un prototipo, un boceto, puede adquirir una alto precio de compraventa en el mercado. Todo dependerá de que haya una posterior “obra acabada”. Nuestra intención se centra mucho más en los procesos de diálogo que plantean las obras y su conjunto, el laboratorio, que en los posibles resultados, aunque estos no sean despreciables.
Tengo mi opinión, y contesto antes de preguntar: Sí. Pero…la pregunta es: ¿Crees que ALGO se mueve en Almería? 😉
Sí, la dificultad agudiza el ingenio. En todas partes hay movimiento. Incluso en Almería. La pregunta es cómo: creo que tenemos tendencia a funcionar como partículas elementales. Preferimos ser cabeza de ratón antes que cola de león. Y no percibimos bien el valor de la comunidad, de la gente que apoya sin más, a cambio de nada y sin ser protagonistas. Rápidamente tendemos a despreciar lo que no cuesta. La meritocracia nos hace miopes. Pensar nos cuesta y comprender al diferente, exige pensar, por lo que tendemos a apartarnos de lo que no conocemos o comprendemos, tendemos a ser disciplinares. En Pymiento hemos dedicado más del 50% del tiempo de trabajo total a explicar las posibilidades del proyecto. En muchos casos, su carácter procedimental y abierto, multidisciplinar actuó como inhibidor antes que como estímulo. Da que pensar. En lo mucho que nos queda por hacer, cambiar y aprender.
Yo pediría una sala permanente de artes o creatividad y nuevas tecnologías…en el museo o en algún otro lugar (institución no privada, a ser posible…), ¿y tú?
Pymiento es un laboratorio ciudadano popup. Es una invitación a la creación de espacios permanentes de trabajo. Creo que es una obligación en el caso de las instituciones públicas. El Museo ha recogido el guante y su equipo hace lo que puede con lo que tiene a su disposición. La Escuela de Arte en la que trabajo ha sido el contenedor de muchas de las actividades de Hacklab. Otros centros educativos públicos e incluso empresas nos ceden sus espacios para actividades puntuales. Pero urge imaginar un modelo sostenible de espacio público dedicado a este tipo de actividades y procesos colectivos.
¿Qué factores confluyen en experiencias como esta? ¿podrían haberse aliado el que haya estudios universitarios de Informática o Ingeniería, la Escuela de Artes, el amor por el cine y la fotografía en esta tierra, mas un tópico: la luz!!, (jeje) y sobre todo, las, tristemente habituales (no es el caso del Museo de Almería), sequías institucionales…, que hacen que cuando hay una iniciativa con algo de sentido y empuje, salga adelante a borbotones?
Estamos en un lugar magnífico para experimentar. Sólo nos falta algo de confianza y de ambición. Presentando Pymiento usaba el ejemplo de los invernaderos: ingeniería colectiva visible desde el espacio. El cine y la fotografía son otros. Hacklab es conocido fuera de Almería como la comunidad activa que ha demostrado ser. Pero nos falta una clase empresarial y unas instituciones con visión y presupuestos. Se une a eso que no sabemos llamar con insistencia a las puertas adecuadas. Pero falta muy poco. Pymiento es una página más de un porfolio que va creciendo poco a poco. Espero que más pronto que tarde haya un grupo de gente en Hacklab que dé el paso adelante y ponga en marcha esa iniciativa de que hablamos.
Un pequeño empujoncito para las personas (sea cual sea su edad, sexo, educación, cultura y condición social o circunstancial) que no se sienten atraídas por este tipo de proyectos o novedoso campo…, tipo Pymento Project…
Pymiento es una invitación a abrir la caja negra, a participar en la construcción de un lugar de ciudadanía, desde el arte, la tecnología, el conocimiento. Lo ciudadano está de moda, como las redes sociales, pero normalmente se nos presenta como algo acabado, algo que nos pertenece. Pymiento está por hacer, no hay respuestas, sólo preguntas a la espera de un colectivo que se implique en su respuesta.
No todo el mundo va a ser artista, programador o ingeniero, pero sí que vamos a necesitar unos mínimos conocimientos sobre el tejido de que está hecha esa realidad del tercer entorno, de las redes móviles y la computación ubicua. 

Gracias Adolfo Rosillo por contestar a esta entrevista, y Gracias  a cada componente de Pymiento Project, por esta lección de trabajo en común para ofrecer experiencias creativas y dinámicas más abajo de despeñaperros… ;-))

Me dan ganas de gritar: Otro mundo es posible, Otras formas de crear son posibles, y  Otra Almería (conviviendo con lo buena que ya existe, of course) es posible!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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